Anatomía de un genocidio (10 de Abril de 2024)
El acto fue prohibido por el decano de la Facultad de Derecho da la Universidad de Sevilla, por lo cual se celebró en el salón de actos de la Facultad de Psicología, tras lo cual los participantes realizaron una concentración de denuncia y protesta ante la Facultad de Derecho.
Cartas a un joven poeta
Rainer Maria Rilke
Carta VII, Roma 14 de Mayo 1904
“La muchacha y la mujer, en su despliegue nuevo y propio, serán sólo transitoriamente imitadoras de las maneras de ser y de no ser masculinas y repetidoras de ocupaciones masculinas. Tras la inseguridad de tales etapas transitorias se echará de ver que las mujeres han pasado por la abundancia y la variedad de tales disfraces (a menudo risibles) sólo para depurar su modo de ser más propio de las influencias deformadoras del otro sexo. Las mujeres, en las que la vida se demora y habita de una manera más inmediata, más fecunda y más confiada, deben haberse transformado en el fondo en personas más maduras, en personas más humanas que el ligero varón, al que no le obliga a sumergirse bajo la superficie de la vida el peso de ningún fruto de su cuerpo, y que, arrogante y apresurado, menosprecia lo que cree amar. Esta humanidad de la mujer, llevada a término entre dolores y humillaciones, saldrá a la luz cuando haya eliminado los convencionalismos de lo exclusivamente femenino en las transformaciones de su condición externa, y los hombres, que aún no llegan a sentirlo hoy, quedarán sorprendidos e impresionados con ello. Algún día (que indudables signos precursores anuncian ya de manera elocuente y brillante a veces en los países nórdicos), algún día existirá la hembra y la mujer cuyo nombre ya no signifique sólo lo contrario de lo masculino, sino algo en sí mismo, algo que no haga pensar ni en completarlo ni en sus límites, sino sólo en vida y existencia: la persona femenina.
Este progreso (muy en contra al principio de la voluntad de los hombres, que se verán superados) transformará la experiencia del amor, que ahora está llena de errores, la cambiará desde su base, transformándola en una relación que se entienda de persona a persona, y ya no de hombre a mujer. Y este amor más humano (que se consumará con infinita dulzura y delicadeza, y con bondad y claridad tanto al unirse como al desligarse) se parecerá al que vamos preparando entre luchas y esfuerzos, al amor que consiste en que dos soledades se protejan, se delimiten y se cumplimenten una a otra”.
Trad. Jesús Munárriz, Ed. Hiperion. Págs. 97-98 (2004)
REDONDILLAS
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.